jueves, enero 16

"(Des)Vísteme despacio, que estoy apurada"

Tiempo. Una palabra, dos definiciones. 
Hace mucho calor. Siento como si el setenta porciento de mi cuerpo hirviera dentro mío. Y para agregar a esta incomodidad tremendamente molesta, estoy increíblemente congestionada. Acabo de volver de unas grandes y merecidas (todo el mundo cree merecerlas) vacaciones de 11 días con personas que me conocen hace mucho tiempo. Tiempo no de clima, sino de años, días, horas, minutos y segundos. Porqué no, micro segundos. Momentos. Me encontré varias veces mirando las olas ir y venir, sin importarme si el sol me daba bien o si comenzase a sentir el frío de la arena que descansa al caer la tarde y se refresca con los vientos (creo) del sur. Si bien Venecia está por hundirse, quiero creer (firmemente) que el medio ambiente (aunque un profesor me dijo que está mal dicho con el "medio", que es una forma yankee de llamarlo) o ambiente se autoayuda a sí mismo a seguir sobreviviendo, aún cuán mal lo tratemos. Lo que me lleva a pensar en sí los humanos somos capaces de eso. Me refiero a si el hombre como especie es capaz de ser la "persona", la "casa", el "refugio" de otro, a pesar de los años y climas tormentosos (o demasiados soleados porque Nicholas Sparks nos  ha demostrado que de una buena tormenta y un par de cartas pérdidas salen buenos besos, muy buenos de verdad).
Clima. El verano, estación trillada de películas como Grease o Dirty Dancing, que nos recuerda que por más que los veranos no duran mucho en años, si lo hacen en nuestras cabezas y quiérase o no, corazones. Nadie olvida un amor de verano, por más que sólo sea eso. También existen esos amores bajo cielos despejados y con mucha arena en la ropa, que duran, duran y siguen durando. Ahora, también existen los inviernos. Caerte en la nieve y que alguien venga a darte una mano para levantarte, con sonrisas enormes y mejillas sonrojadas. Chocolates calientes o mousse de chocolate bien dulce, que robando a cucharadas suele ser más rico. Como olvidar las mariposas primaverales de un amor entre flores nacientes y pájaros cantantes (que te despiertan a las seis am y querés revoléarles algo, no todo es color de rosas). Donde las chicas comienzan a usar polleras que dejan desnudas las rodillas, y las pantorrillas se comienzan a sonrojar del sol que las sandalias permiten pasar y marcar la piel desprotegida. Donde los chicos no tienen que sumar tanta voluntad para ir a buscarlas a la puerta de la casa (porque para ir a jugar al fútbol ni el frío los detiene, más cuando ahora pueden hacerlo desde sus propios sillones). Ahora, ¿por qué no otoño? Yo creí conocer al amor de mi vida en un  otoño, tenía 17 años recién cumplidos cuando lo conocí. Hoy lo cuento riéndome, feliz de haberlo conocido y de haber compartido con él tanto de mí. Me hizo dar cuenta que no estaba tan mal expresarme como lo hago (siempre que me inspiren, ¿no?), sin tener vergüenza. De eso, estoy totalmente agradecida, porque hoy me acepto mucho más, entendiendo que merezco ser amada por exactamente como soy: errores y aciertos. Y ser cursi, por supuesto. Viene con el combo.
Años. Cuando era chica, más chica que ahora, quería ser parte del grupo de los 27, de los "live fast, die young". Tenía la idea tonta de que cuando uno muere se queda congelado en ese cuerpo, por lo que mi razonamiento lógico era que quería ser, aparentemente a mis diez u doce años, una sensual chica de veinticinco o treinta años, pero muerta. Supongo que porque creo en la reencarnación.  Ahora no creo en esa frase, ni mucho menos en esa idea tonta del congelamiento físico. Ahora muero por morir (valga la redundancia) lo más arrugada posible, con ciento y pico de años, rodeada de biznietos. El año pasado cumplí mis veinte años, y alguien que una vez fue una persona muy influyente en mi persona me dijo "La segunda década es la mejor etapa de tu vida, al principio no lo vas a notar, y de hecho, no lo vas a entender hasta que llegues a la cuarta." Algo me dice que lo dijo porque esa persona está llegando a la cuarta década y le está agarrando la melancolía de los años vividos (o no). Mi 2013 pasó sin exabruptos (mentira, hace tres años que mis fines de año vienen cayendo cual hiroshimas o nagazakis), o quizá un  par. Sin embargo me refiero a que estuve tan ocupada viviendo (léase estudiando), respirando (puf), que no me pude detener a reflexionar sobre lo que estaba viviendo. Quizá fue porque hace como tres años que no tengo diario y fue finalmente el año pasado que decidí ni comprar el cuaderno donde iba a anotar sólo enero,  porque los demás meses del año iban a ser veinticinco horas en veinte/diecinueve horas despierta.  Quizá no. Quizá no estuve queriendo ser yo últimamente, queriendo ser reflexiva, profunda, sentimental. Fueron unos tres meses que no me deje sentir, logré una  capa protectora alrededor mío que explotó en las fiestas. Y que ahora explota en cada micro segundo. La pregunta es, ¿por qué no dejarse sentir cada put* micro segundo, cada put* momento?
Clima y Años. Elijo creer que los humanos, nosotros, somos totalmente capaces de soportar la tormenta más tempestuosa, el sol más rasante y calcinante, las millas de distancias por tiempos kilométricos, las décadas sin el más mínimo contacto. Porque la vida se trata de personas, y de las relaciones que tenemos con ellas. Del amor que damos y que recibimos. De los recuerdos que armamos con cada viaje, no importa lo corto que sea. Una vez me dijeron que al leer la palma de las manos, las gitanas, se fijan en tres líneas base y que luego buscan las líneas que entrecruzan esas tres líneas de forma imperfectamente perpendicular. No es una teoría determinante, pero en mi caso, mis manos (las cuales llamo "Benjaminas" porque son tan arrugadas como Benjamin Buttom al nacer) me gusta creer que mi vida está dictada por las personas que tengo a mi alrededor (cercano y no tanto) y que por tanto, pienso dedicarles mi vida entera a ellas. Eso me hace feliz, muy. 
Supongo que así como la felicidad es una elección, también ser una persona "personal" (definida como "dedicada a las personas") o "filoantrópica" (¿existe siquiera esa palabra? Propongo que si. A la RAE, por favor!) lo es. Me parece la forma más entera de vivir la vida. Veamos cómo se me da.

Les deseo un muy "personal" año !
pd. 


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