martes, enero 15

Sobre un abuelo con alma de niño

Talones que eran viejos, vueltos nuevos con roces suaves. Manos que vienen y van, pero no son desesperadas. Al menos no lo son tanto como tus labios. Querer absorberte entero, para no olvidar nada. Ninguna sonrisa de costado, respiraciones incitantes, ojos semicerrados ante la cercanía y lunares. Tantos lunares que me eran incontables. Y -no se si sabías- pero me desvivo en lunares. Y en narices respingadas. Y en tus hombros y tu espalda. En tus palabras, en susurros de canciones beatlelianas, en dibujos de ojos a mano alzada. Talones que dejaron de darme verguenza, mi peso, dejo de ser molestia. Tus ojos no evaluaban -o eso quisiste hacerme creer. Y te creí. Soy ingenua, dije ser. Ser. En verano se es todo menos lo que uno es -o justamente se es todo lo que uno podría ser. Lo más importante que tenes que saber de mí, es que estoy loca. Que me vuelven aún más loca las mordidas, morder esta en mí, no lo puedo evitar. Y tu cuello es la prueba más válida de mi obsesión. Y vos la aprovechaste en una guerra. Una de esas guerras que deberían volverse mundiales y públicas, en las cuales los resultados son mejores que la diplomacía. Y la historia puede dar cuenta de ello. Un gran sabio dijo "nos escondemos para hacer el amor pero la guerra la hacemos a la luz del día", creo que me gustaría revertir esa realidad. Talones. Pegados a tus piernas. Tus manos en mi cintura. Reafirme que mi cintura puede llegar a ser el arma más letal. Y que mi cerebro es mi peor enemigo. Quiero ir a donde mis talones me lleven, más si son cerca de tus brazos y tus caricias. Quiero que te rías con mis niñerías, que hagas caras cuando te vuelvo loco -y me hago la loca. Y lo que más quiero es que sin importar a dónde termine ésto, de mi mente no se borren jamás los talones en tus manos. Conviví con el pesimismo por casi quince días y lo luché, lo luché con todas mis fuerzas. Diciéndome que lo que tiene que pasar, va a pasar; que lo que se busca, finalmente se encuentra si era realmente lo que uno estaba buscando y que uno tiene que pensar el lado positivo de todo hecho cotidiano. Para finalmente darse cuenta de que todo hecho tiene algo de positivo y algo de coherente. Aún cuando el pesimismo se haga lugar y vuelva aliado al cerebro e incluso, el corazón.
Desde mis talones y en mis propios lunares, llamo al wishful thinking a mi año, al peaceful feeling que en dos días llega, que me invada por entera. Sigo pensando lo mismo que el primer día de este año, sólo me queda aferrarme a esa creencia.

Y en cuanto tus sonrisas, tenerlas presentes como lo que fueron. Un día más de tantos.

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