miércoles, diciembre 30

nice way to end the year, oh yes

Creo que nunca me sentí así, de esta forma horriblemente culpable o delatadora. Me siento desfallecer ante la luz intrigante de un interrogatorio. Donde sólo con miedo puedo mirar hacía las desconocidas sombras uniformes delante de mis ojos, y el grabador, con sus ambas cintas girando, grabando cada palabra que mi boca pronunciaba, para la posteridad, palabra por palabra, para así inocentemente entregar a unas personas que me importaban tanto que ni ellas se daban cuenta; estaban tan metidas dentro mío, tan pero tan dentro mío tatuadas que para sacarlas y echarlas a la basura serían necesarias cuantas cirugías fueran posibles, porque no se encuentran, ni en la piel, ni en mis músculos, están incrustadas en mis huesos, y para realmente sacarlas de ahi, sería necesario desarmarme entera y arrojar todos mis huesos al tacho, hueso por hueso, a esa bolsa negra que en este mismísimo instante me es tan pero tan apetecible. Me siento merecedora de la peor blasfemia, me siento nuevamente, desfallecer ante esa luz intrigante.

Porque jamás de los jamases voy a poder ver a esas personas a los ojos, porque me lastimaron tanto, dijeron cosas que nunca espere y ahora ¿qué puedo hacer yo?

Es increible como se puede estar tan feliz y luego tan triste. Como en una milésima de segundo las cosas pueden cambiar tan drásticamente, tan pero tan diferente. Tengo la teoría ahora de que si yo soy bipolar y si mi vida era complicada, la vida en sí es bipolar por sí misma.

Antidepresivos para la vida por favor.

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